Maleza donde pudiera existir prosperidad

En un viaje reciente desde la Perla del Sur al más occidental de los municipios de Cienfuegos, la risa de muchos pasajeros tenía como objetivo visual las hectáreas que debían exhibir surcos de caña con limpieza y por el contrario, la mala yerba bailaba al compás del aire.

Maleza donde puede haber economía, dijo un hombre que rondaba las siete décadas y que miró al otro lado de la ventanilla contrariado. No dijo más.

Durante años, la atención cultural para los campos que exhibían la gramínea necesaria para las zafras azucareras en Cuba, constituía un empeño permanente de las formas productivas dedicadas a este cultivo.

Cierto es que los nombrados herbicidas hacían la mayor parte, pero el machete o la guataca también acompañaban a quienes mostraban satisfacción al ver las plantaciones limpias del llamado pilipili o de los bejucos que empiezan y terminan no imaginamos dónde.

En el ómnibus, muchos aludieron a los reportes periodísticos que anuncian las labores de mantenimiento en centrales para moler la caña, pero la mención a todo lo que antecede y garantiza una molida estable, también afloró entre los conocedores del tema.

Y es que los rendimientos dependen de la ausencia impurezas en la materia prima cuando llega al central; del mínimo enyerbamiento en los campos para no atentar contra el corte mecanizado y evitar las roturas, y hasta de la revisión de los técnicos que aseguran calidad en la entrega a la industria.

Investigaciones relacionadas con la caña de azúcar en Cuba aportan ideas de cómo lograr tamaño y grosor, sin embargo, su aplicación parece nula en esos campos cercanos a Aguada de Pasajeros y en otros de la geografía sureña.

Maleza donde puede existir economía. Pareciera una sentencia del oráculo. Malas yerbas que no permiten distinguir por dónde podrán cortar las combinadas en la próxima contienda azucarera.

Imágenes contrarias a lo que pide, cada día, la alta dirección del país para la prosperidad de una isla con menos de 11 millones de habitantes donde el azúcar de caña fue un producto líder en exportaciones y nadie recurría al mercado informal para endulzar la vida.