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Lactar en primera persona

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Todavía me descubro en el sillón con él en brazos, alimentándolo, protegiéndolo. Incluso en las madrugadas, cuando ya muchas madres con bebés de la edad de mi Diego Alejandro duermen, nosotros seguimos disfrutando de ese calor que nos hace uno, pecho con pecho.

Mucho se habla de lactancia materna. Nos la presentan en spots televisivos, la promueven a través de campañas o en las necesarias charlas de los especialistas de la salud, a propósito de estas primeras jornadas de agosto, cuando las más hermosa de las prácticas de la maternidad figura como centro de debates.

Como madres la lactancia nos convierte en protagonistas de los momentos más intensos y de mayor conexión con nuestros hijos, además de saberlos sanos y protegidos por recibir el alimento más seguro y completo que existe.

Durante los primeros seis meses de mi pequeño sostener la lactancia de manera exclusiva no sólo fueron propósito y aspiración cumplidos, fue también confianza y garantía para evitar enfermedades y, a largo plazo, un mejor desarrollo cognitivo.

Sin embargo todas las madres viven el proceso de forma diferente y muchos factores influyen en que la lactancia, lejos de ser un acto de entrega, amor, vínculo y paz, se convierta en un tortuoso momento, cargado de angustia para las progenitoras, quienes en muchas ocasiones carecen de efectivas redes de apoyo.

En ese sentido también influyen los mitos, el desconocimiento y las complejas situaciones materiales que afectan a la mayorías de las familias cubanas, cuyos miembros son los principales encargados de sostener, en todos los aspectos, a quienes lactan sin límites, siempre que el bebé demande ese alimento.

La Semana Mundial de la Lactancia Materna plantea desafíos pata toda la sociedad cubana en la que aún priman tabúes e incomprensiones hacia quienes deseamos extender esa práctica más allá del tiempo que imponen los patrones ciudadanos. El acto de lactar es único, incomparable y sólo concluye cuando madre e hijo deciden poner fin a ese momento, sin intervenciones de terceros miradas cuestionadoras desde el seno familiar o la institucionalidad.

Respaldo, empatía, confianza y comprensión resultan algunos de los complementos para lograr una lactancia exitosa. También necesitamos sostener las manos de otras mujeres, como las integrantes de la Liga de la Leche en Cuba, una organización internacional sin fines de lucro que brinda consejo especializado, y también esperanza, seguridad, guía certera.

Entre los momentos más bellos de mi maternidad, la lactancia ocupa el más especial, sin idealizar una etapa que no deja ser difícil, pero de una felicidad sin límites por el grandioso hecho de que mis brazos y mi pecho son para mi pequeño, el más seguro de los refugios. Sin temor a equivocarme, aseguro que esa es la experiencia más hermosa de cada madre que ha tenido el privilegio de lactar en primera persona.

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