Entre las mayores motivaciones del hombre bautizado por Bobby Salamanca como “El Gigante del Escambray”, se encuentra encaminar a los peloteritos, como logró con su hijo Víctor Antuany Muñoz Rajadel, prospecto militante en el equipo de Pequeñas Ligas de Cienfuegos.
Algunos ubican a Muñoz como el mejor bateador zurdo que ha pasado por las series nacionales. Sonríe con una pizca de orgullo y espera varios segundos para comentar sobre esta frecuente polémica.
“Yo soy fiel oyente del pueblo y es verdad que lo dicen, pero nunca me he considerado así. En mi época hubo muchos con tanta calidad como yo, por eso había que superarse día tras día. Me enorgullece decir que fui un atleta voluntarioso, disciplinado y humilde”.
El béisbol cubano transita por una situación desfavorable, sin embargo, Muñoz afirma que es posible revertir este panorama.
“Para hacer un buen arroz con pollo, se necesitan muchas cosas aparte de los ingredientes principales. Nos quedan dos o tres directores de gran nivel, esos vienen siendo el pollo, mientras los entrenadores de bateo y pitcheo constituyen el arroz. Estamos haciendo arroz y pollo por separado, sin condimentos para darle el sabor ideal, ya que los jugadores talentosos han abandonado el país por diferentes razones”.
Los niños llegan con entusiasmo y él les pide que vayan calentando. Antonio Muñoz se pone de pie y abraza con su físico imponente a quien lo ha estado escuchando durante la hora previa al entrenamiento; no obstante, regresa para anunciar con emoción lo que considera más importante dentro del intercambio periodístico.
“Quiero agradecerle a esas personas que diariamente se preocupan por mí y han influido en mis resultados desde los comienzos hasta hoy. Me encuentro bien de salud, dispuesto a continuar aportando al béisbol y muy satisfecho con el trabajo que realizamos con los niños.”
Nacido en la vecina Trinidad, Cienfuegos lo ha condecorado como Hijo Ilustre de la Ciudad y el corazón de Muñoz está atado hace décadas a esta provincia.
Cada día pudiera recibir un nuevo mérito por su historia de vida tan fructífera, la cual seguramente relatará muchas veces después de estos 76 eneros de dedicación y humildad. (Adriano Losa Rodríguez, ACN)
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