Vísperas de su 89 cumpleaños, que hubiera sido hoy 19 de enero, hospitalizado en terapia intensiva con una afección cerebrovascular, acaba de fallecer en La Habana, Mario Eddy Limonta Louit, reconocido locutor, actor , humorista y animador de espectáculos de diversos cortes.
Nacido en 1936 en Guantánamo; con siete meses de edad su padre tabaquero fue contratado en una de las grandes fábricas de entonces: la Partagás en La Habana, a donde se mudó con su familia.
Tenía siete años (1943) cuando le ofrecieron al padre ser copropietario de una pequeña fábrica de tabacos en Holguín, donde estudió la primaria y el bachillerato y vivió hasta los 13 años; con 10 ó 12 años (1946-1948) jugaba a hacer radio con otros niños en el gran patio que tenía su casa: abría huecos a una lata de tomate vacía, le clavaba una estaca y la usaba como micrófono, e improvisaban personajes imaginarios y un narrador, según uno de los narradores radiales más famosos entonces en series como Las Aventuras de Chan Li Po o Los tres Villalobos, Armando Couto, caracterizara a los personajes con la retórica especial de aquellos escritores de radio.
A los 16 años de edad (1952) la voz le cambió y comenzó a recitar versos en la Asociación de Estudiantes; por su singularmente potente voz viril, le sugerían que trabajara en la radio. Un vecino abogado lo grabó con su grabadora de cinta y fue con sus versos a la emisora CMKF muy cerca de su casa, donde debutó declamando poemas en un programa estelar que salía al aire a las 7 de la noche auspiciado por La Época, la más importante tienda por departamentos en Holguín, donde le pagaban 12 pesos en ropa, con lo que podía estrenarse una pieza de ropa todos los meses, lo que antaño, era un privilegio.
En ese programa se creó una pequeña compañía que le pagaba cinco pesos por actividad artística que llevaban a los bateyes, donde compartió escena con algunos que luego brillarían al arte cubano como El Guayabero con su grupo musical, la cantante campesina Ofelita Chacón y una pareja campesina, además de trabajar en un cabaret frente al parque donde por recitar, le pagaban cinco pesos mensuales, y compartió con otras figuras que serían tan notorias en la cultura cubana como el cantante Raúl Camayd y la orquesta Hermanos Avilés, que habían formado el conjunto Orbe dirigido por Juanito Márquez.
Según Josefa Bracero Torres (“Mario Limonta Louit, orgullo de pueblo”, en www.radiocubana.cu, 2007, mayo 26) siempre manifestó especial afición por la radio, medio en que disfrutaba sobre todo de Los Villalobos, Leonardo Moncada, El derecho de nacer, Chan Li Po, y Ángeles de la calle.
Al concluir el bachillerato (1955) se trasladó a La Habana para estudiar Derecho, de la que solo venció el primer año porque la Universidad cerró, y comenzó a trabajar en la fábrica de tabacos en Marianao, donde el lector de tabaquería se enfermó y como sabían que él declamaba poesía y leía bien, le pidieron que lo sustituyera y dejó de hacer tabaco para devenir lector de tabaquería en esa fábrica, y luego en otra llamada Larrañaga, al lado del Mercado de Carlos III.
Ya en Holguín se había vinculado al Movimiento 26 de Julio (M-26-7), y en La Habana participaba de las manifestaciones estudiantiles convocadas por la Federación de Estudiantes Universitarios (Feu), que lo envió a Holguín para seguir con la agitación y participar en algunos mítines relámpagos en centros comerciales importantes, hasta que tuvo que regresar a la capital, donde su primo Octavio Louit Venzant era el jefe de organización de todo el movimiento clandestino obrero del M-26-7, y en la CMQ había una fuerte célula revolucionaria con Gabriel Palau, Julio Ariosa, Isabel Aida Rodríguez, Alberto Luberta, Oscar Vázquez y otros, y para recoger las medicinas y el dinero lo asignan a él por ser artista diciendo versos, aunque él aclaraba que decía poesías básicamente en las fiestas.
Ya había sido declarado “Estrella Naciente” en el programa radial de aficionados La corte suprema del arte, que fue lo que le abrió las puertas de CMQ y nuevas oportunidades, y conoció a Aurora Basnuevo (1938-2022), quien había ganado cantando boleros y él recitando; tras dos años de noviazgo, se casaron en 1960 hasta fallecer ella: 52 años casados con un único hijo: Mario, “Mayito”, cuyas limitaciones de salud los unía más aún, explicitado en obras sobre tan emblemática pareja como el documental Detrás de una sonrisa (2012), de Consuelo Elba.
Fue un “amor a primera vista” entre Aurora y él, quien así lo evaluaba, que trascendería al ser televisado y radiado, pues ante sus disgustos de pareja se contestaban mediante el arte: ella lo sentía muy celoso y no la quería en las artes, por lo que su primer tiempo de casada solamente trabajó de maestra. Ya actuando juntos, Isolina Carrillo le sugería a ella los boleros por sus letras, y él, eterno amante de la buena poesía, contestaba, a menudo improvisando en tono desenfadado, con los versos apropiados de Guillén, Neruda, Vallejo…
En 1959 él había comenzado a trabajar profesionalmente en espacios dramáticos del Circuito Nacional Cubano, hoy Radio Rebelde, y en La taza de té (obra de Abelardo Estorino) que lo condujo al Teatro Nacional de Cuba, donde pudo estudiar académicamente artes escénicas desde el primer curso que crearon para actores hasta 1965, él con nivel universitario era prácticamente lo mismo que hoy se da en el Instituto Superior de Arte; discípulo de Adolfo de Luis, Julio Mata, Guido González del Valle e Iván Tenorio, y donde hasta 1965 integró el grupo teatral Guernica, interpretando protagonistas en obras clásicas del teatro universal como Bodas de Sangre (del andaluz Federico García Lorca), y nacionales, como Las Impuras (Miguel de Carrión) y Las Vacas Gordas, de Abelardo Estorino.
Su larga y exitosa carrera en televisión despegó en 1960 con un protagonista en la obra Indio; comenzó con un pequeño personaje en una aventura, serie en vivo del canal 6 de lunes a viernes de 7.30 a 8 pm grabando los sábados en exteriores que luego intercalaban en la trasmisión, donde encarnó a Halifax en Robin Hood (1963-1964, dirigido por Silvano Suárez), y co-protagonizó (Rao) en las Aventuras de Sandokan junto a Enrique Almirante, y luego en otros.
Ya antes trabajaba en la novela cubana del espacio Horizontes, escrita usualmente por Aleya Amaya y dirigida por Jesús Cabrera en el mismo Canal 6 lunes, martes y miércoles; al comenzar las Aventuras tenía que coordinar más para que no se interfirieran entre sí y poder cumplir todo. En Horizontes solía interpretar el negativo Cabo López, personaje que inspiró a Carballido Rey como antecedente del sargento Arencibia del humorístico casi legendario San Nicolás del Peladero todos los jueves (1965-1983) donde Aurora Basnuevo interpretaba a su ¿esposa? ¿amante? ¿concubina? (antes lo había sido del “guapo” del pueblo que interpretaba Enrique Arredondo) la aduladora de la alcaldesa Remigia; solían quedar en bandos opuestos según su conveniencia, y buscaba imponérsele diciendo “Pa´que me respete señora”, guardia rural con su uniforme militar, voz gangosa, tabaco y actitud bravucona, cómplice del politiquero de turno en el gobierno, compartiendo con otros inmensos como María de los Ángeles Santana y Enrique Santiesteban, Germán Pinelli, Agustín Campos, Carlos Montezuma, entre tantas otras grandes estrellas del humorismo cubano con quienes alcanzó notoriedad durante casi 20 años, motivo por el que le quedó como uno de sus personajes preferidos.
Mientras tanto, continuaba muy activo en las Aventuras, donde en 1968 comenzó la primera de las cuatro series (más de 200 capítulos; en dos de estas series compartió escena con su esposa Aurora Basnuevo) que fueron Los Mambises, con libreto de José Manuel Carballido Rey y dirigida por Antonio Vázquez Gallo; eran las primeras aventuras que recreaban al héroe cubano de nuestra historia patria, porque antes ese espacio era con clásicos de la literatura universal con temas para niños y jóvenes a partir de las obras del italiano Emilio Salgari, los franceses Jules Verne o Alexandre Dumas, y otros.
En Los Mambises interpretó al protagonista Nacho Verdecia (personaje que repitió en El Escuadrón Yara, 1969, y en Tierra Brava, 1972) cuyo padre encarnaba Ignacio Valdés Sigler con excelente elenco; era una metáfora de la familia del Mayor General Antonio Maceo y Grajales, muy seguido por los niños que con machetes de palo y vestidos de mambises ayudados por sus padres, gritaban en nuestras calles “Viva Cuba Libre”, lo que hizo que lo conservara entre sus personajes preferidos de aquellos que ha encarnado.
Paralelamente debutó en el cine en 1964 con un protagónico en la película La Decisión, dirigida por José Massip, donde vio iniciarse a Daisy Granados entre otros; a la que sucedieron Asalto al tren central (1965-1967, del argentino Alejandro Saderman), Por cuanto (1967, José González Aguilar) y De cierta manera (1974), de Sara Gómez, quien le hizo romper con la imagen lograda por Los Mambises interpretando ahora a un marginal, otro de sus personajes que prefería y lo consideraba “el perfecto marginal”; fue la película en la que entones, más elogios conquistó su actuación, concluida por Tomás Gutiérrez Alea “Titón” al fallecer Sara, logrando un boom junto a Mario Balmaseda y Yolanda Cuéllar entre otras estrellas actorales de aquella Cuba.
En las Aventuras de televisión volvería a compartir escena con su esposa Aurora Basnuevo en Túpac Amaru (1971, interpretando a Túpac Amaru y su hermano, dirigido por Raúl Pérez Sánchez), y en Tierra o Sangre (1973), donde junto al entrañable Carlos Gilí co-protagonizó como Villo Casanova, entonces con Rafael Linares encarnando a Lucas Fundora, serie que en 1976 lo devolvió a la pantalla en el mismo personaje pero co-protagonizando con Luis Lloró y como Fundora, Alejando Lugo, y en ambas Manolo Melián como Tinté. Trabajó en El Pampino (como Lucho Rojas; 1974), en Viva Puerto Rico Libre (1975, dirigido por Eduardo Moya), en La Retaguardia del Enemigo (1980) y en El León de Damasco (1984), donde encarnó a Mustafá.
Continuaba aportando al cine al filmar El Brigadista (1977, dirigido por Octavio Cortázar y compartiendo con Salvador y Patricio Wood en la Ciénaga de Zapata), Retrato de Teresa (1979, Pastor Vega), La gran rebelión (1982, Jorge Fuentes), Salida 19 (1982, Jesús Cabrera), Las profecías de Amanda (1998, Pastor Vega) y Miel para Oshún (2001, Humberto Solás), donde su interpretación tan sincera del chofer de alquiler durante el llamado “Periodo Especial”, “un cubano auténtico” con su tono de sana picardía y fino humor, resultó tan graciosa al público haciendo reír tanto, que ha sido otro de sus personajes que más le gustaron a él también, y le mereció el Premio al Mejor Actor de Reparto en el XIII Festival Internacional de Cine de Viña del Mar en Chile.
Filmó Rosa la China (2001, dirigido por la chilena Valeria Sarmiento), Santa Camila de La Habana Vieja (2002, Belkis Vega), El misterio Galindez (2003, del madrileño Gerardo Herrero), Barrio Cuba (2005, Humberto Solás; que le valió el Premio al Mejor Actor de Reparto en el 46 Festival de Cine de Cartagena del año 2006), Mata, que Dios perdona (2008, Ismael Perdomo), Miranda regresa (2007, del venezolano Luis Alberto Lamata), Los dioses rotos (2008, Ernesto Daranas), El cuerno de la abundancia (2009, Juan Carlos Tabío), Boleto al paraíso (2010, Gerardo Chijona), Marina (2010, Enrique “Kiki” Álvarez), Amor Crónico (2012, Jorge Perugorría), Humberto (2014, Carlos Barba), No somos nada (2014, Eduardo del Llano), Sin alas (2015, del joven estadounidense Ben Chace), 4:30 María (2019, Yoel Ortega) y Taxibol (2023), dirigido por el joven milanés (Italia) Tommaso Santambrogio.
Por su parte, la televisión lo recuperó en 1997-1998 cuando Rafael “Cheíto” González lo captó para la telenovela Si me pudieras querer, escrita por Enrique Daranas interpretando a otro marginal, personaje negativo que mucho disfrutó y gustó al público; director además con quien repitió en el año 2000 en otra emblemática telenovela cubana: Las huérfanas de la Obrapía, de la que recrearía los dos meses que grabaron en el casco histórico de la ciudad de Camagüey (sobre todo la Plaza de San Juan de Dios y la Plaza e Iglesia del Carmen), cuando iban del hotel Puerto Príncipe en coche hasta el lugar de grabación y durante el trayecto, la población les mostraba su cariño y admiración; otra telenovela en que actuó fue Oh, La Habana (2007, dirigido por Charlie Medina), además de teleteatros.
Tanta obra aportada se potencia con ejemplos que su vida personal invita a seguir, al confesar a www.cubaperiodistas.cu cuando Titón iba a filmar su película Guantanamera pero él había desmejorado mucho por el alcoholismo durante el llamado “Período Especial”, y en 1994 dejó de ser alcohólico, demostrando que adicciones como esa sí se podían dejar, y declararlo así valientemente a todos, lo erige como un feliz ejemplo contra el alcoholismo.
También declaró a Thalía Fuentes Puebla e Ismael Francisco (www.cubadebate.com). que “Improvisar y hacer reír son cosas que me llenan el corazón”; por su interpretación en Lengua de Pájaro (como la premiada novela homónima del guatemalteco Haroldo Sánchez), mereció Mención Especial en el concurso Caricato de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac, a la que por supuesto pertenece), además de haber ganado la Distinción Gitana Tropical (2012, máximo reconocimiento de la Dirección Provincial de Cultura La Habana), el Premio Actuar por la Obra de la Vida (2014), la Distinción por la Cultura Nacional que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba; el Premio Nacional de Televisión 2009, el Premio Nacional de Humor 2016 por la Obra de toda una Vida, el Premio Lucía de Honor del Festival de Cine de Gibara en Holguín (2022) y el Sello 65 aniversario del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic, 2024) entre otros tantos lauros, y sobre todo, el amor y el respeto de todo su pueblo.
Volviendo a la radio, no es solo el medio en que empezó y lo motivó desde niño, sino aquel en el que quizás, más se sistematizó y más añoraba: hubo momentos en que hacía dos programas diarios de radio, interpretando a Guaytabó (personaje que recuerda con mucho cariño) en La Flecha de Cobre, aventura radial que escribía Manuel Ángel Daranas, verdadero boom que se trasmitió durante diez años cada mediodía a las 12:35 pm por Radio Liberación y reanimó el gusto de nuestro pueblo por las aventuras rurales que había iniciado Los tres Villalobos y continuó Leonardo Moncada; al mismo tiempo hacía otro programa de radio que aún en vivo, se coordinaba mejor, y en televisión mantenía las Aventuras diarias y los jueves, San Nicolás del Peladero, todo en vivo.
Pero sin la menor duda, al margen de sus tantos otros éxitos en los restantes medios, y de nuevo junto a su eterna esposa Aurora Basnuevo y mientras ambos conducían y animaban La Fiesta Guajira de Radio Progreso y en la misma emisora, pero ella en su paradigmática Estelvina Zuaznábar y Zubizarreta, “La Mulatísima”, una de sus interpretaciones que más han decidido a Mario Limonta en el alma del pueblo cubano ha sido su Sandalio “el Volao” en Alegrías de Sobremesa (1962-2017, totalizando más de 30,000 programas), espacio que considera el único incluidos otros medios, que hace teatro popular cubano, con guion y dirección de su colega y amigo de tantos años Alberto Luberta Noy, Premio Nacional de Radio 2002, quien creó para él este personaje, por los cuales él y Aurora se alzaron con sendos Premios de la Popularidad “Entre tú y yo” (del programa televisivo homónimo) como mejores actores humorísticos de la radio; podio sin la menor duda, más que merecido para ambos, por lo que estas líneas no acaban de asimilar que hayas muerto Mario Limonta, porque tú eres realmente “El Volao” desde la radio, pero mucho más allá también; y un “Volao” así, de verdad, nunca muere para los suyos.
(Autor: Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguezpor Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez)