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Salaya del Toro:huellas del pintor filipino-español en Cienfuegos

Salaya del Toro:huellas del pintor filipino-español en Cienfuegos
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El pintor filipino-español Camilo José Salaya del Toro, egresado de la Academia de San Fernando, en Madrid, dejó sus huellas en importantes inmuebles de la ciudad de Cienfuegos en el Siglo XIX, entre estos el Palacio García de la Noceda, una de las edificaciones más relevantes de la urbe y exponente de la arquitectura doméstica de esa centuria.

En medio del rescate de la construcción de estilo neoclásico, actual sede de la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCCC), artistas del Fondo Cubano de Bienes Culturales restauraron tres marouflajes —acepción de origen francés que define la adhesión de una pintura realizada en lienzo sobre otro soporte— de la autoría de Salaya del Toro.

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De acuerdo con David Liestter Martínez Ramos, investigador de la OCCC, son obras sobre lienzo que recrean escenas costumbristas de la época, de tono bucólico, ubicadas en los marcos superiores de las puertas principales de la caja de escalera, donde recibían al visitante a su llegada al segundo nivel.

Uno de esos cuadros presenta a una joven que porta dos canastas, la primera en la cabeza y la otra en la mano izquierda, y en la derecha carga un porrón; la segunda imagen muestra a un segador tomando la siesta bajo una arboleda, en tanto los demás continúan en el acopio de granos; la tercera pintura expone a los campesinos en la cosecha y a las mujeres a la orilla, ya sea transportando granos en sus canastas u ofreciendo de beber y de comer a quienes laboran en el campo.

José Ernesto Saborido Martín, integrante del Grupo 200, a cargo de la restitución de las piezas, detalló que estaban en muy mal estado de conservación a causa del pegamento, por lo cual debieron realizar un trabajo minucioso con bisturí para retirarlas; no obstante, había partes que se mantenían mejor por lo que lograron reentelarlas, reintegraron los colores, los diseños y los devolvieron a su estado original.

Precisó que los tres dibujos están montados sobre caballete y cuando concluyan las acciones de rehabilitación en el “García de la Noceda” pasarán al área de exposición para el disfrute de las presentes y futuras generaciones locales y foráneas.

El pintor filipino-español también engalanó los muros del recibidor y el zócalo con motivos florales enmarcados en recuadros, además de legar composiciones más complejas, por su geometría, en otras áreas del palacio.

Saborido Martín agregó que, después de tanto tiempo estudiando las pinceladas y los colores, identificaron al autor en esas representaciones pictóricas por la manera de trazar la figura humana o el modo de interpretar el paisaje y la luz.

Cienfuegos, afirmó, está marcada por este artista, quien ha dejado su estampa en una tríada perfecta, con creaciones de un valor artístico y patrimonial exquisito: el Palacio García de la Noceda, el Teatro Tomás Terry y el antiguo Casino Español, hoy Museo Provincial.

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Murales de grandes dimensiones son los frescos que decoran el plafón del “Terry”, principal institución cultural del centro histórico, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2005.

En el cielo raso de la platea aparecen pinturas dibujadas que representan La Aurora, la cual exhibe a una joven semidesnuda, cubierta por una ligera gasa; y la decoración central, denominada Las Horas, simboliza a los guardianes del trabajo: cinco mujeres que sobrevuelan la línea diagonal, unas vestidas por completo, otras envueltas en paños.

De igual forma, el creador legó al coliseo mayor cienfueguero dos retratos de reconocidas figuras del universo artístico cubano del siglo XIX, como la novelista, dramaturga y poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien vivió en la ciudad por un corto período durante 1860; y el compositor de óperas Gaspar Villate y Montes, autor de Czarina.

Mientras, en el segundo piso del Museo 10 obras de matiz bucólico decoran el falso techo original, algunas ambientadas con flores y efigies de angelitos, otras revelan a cosechadoras en su horario de descanso.

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Salaya del Toro, quien nació en febrero de 1840 en la entonces colonia española de Filipinas y cuya fecha de fallecimiento los investigadores la ubican a finales del siglo XIX, aportó piezas monumentales de belleza invaluable para su época y el futuro de la urbe marinera.

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