Identificada con la batalla de su pueblo contra la dictadura sanguinaria de Fulgencio Batista se incorporó a la lucha para también reivindicar el pensamiento del Apóstol sobre libertad y humanidad, logrando ser un importante pilar en la lucha clandestina, en la Sierra y en misiones tras el triunfo
Identificada con la batalla de su pueblo contra la entonces dictadura sanguinaria de Fulgencio Batista se incorporó a la lucha para también reivindicar el pensamiento del Apóstol sobre libertad y humanidad.
Celia logra ser un pilar importante en la clandestinidad hasta su posterior incorporación a la guerrilla en la Sierra Maestra. Su rol en el suministro de armas y otros abastecimientos y recursos necesarios para la insurgencia, fue decisivo, así como el envío de dinero e información precisa sobre los movimientos del enemigo, y el apoyo al proceso organizativo ante el desembarco del Granma.
Se sumó al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra bajo las órdenes del Comandante en Jefe Fidel Castro en marzo de 1957, y será la primera mujer combatiente al participar en el combate del Uvero el 28 de mayo de ese año. Por su entrega, sacrificio y fidelidad a la Patria e ideas revolucionarias se granjeó la admiración y confianza del máximo líder, quien depositó en ella trascendentes responsabilidades y misiones.
Tuvo además un lugar destacado en la fundación del batallón femenino Mariana Grajales creado en septiembre de 1958 por un grupo de corajudas mujeres decididas a vencer o morir por la libertad de Cuba.
Luego del triunfo de 1959 tuvo una primordial tarea también, hacer posible la creación del Archivo Histórico de la Revolución, lo cual logró por su persistencia y dedicación durante la gesta liberadora de conservar todo documento que fuese posible, papelitos, notas, mensajes, cartas, aquello del contexto de la guerra que debía ser atesorado para el futuro y de esa manera preservar el legado de esa contienda emancipadora.
Entre sus peculiaridades más notorias estuvo su calidad humana, ayudaba a resolver problemas de la población y estaba siempre presta a escuchar a quienes se le acercaban en busca de orientación y guia para encauzar determinados asuntos. Era considerada la madrina de los rebeldes, pero también de miles de jóvenes que gracias a su obra solidaria pudieron estudiar y alcanzar dignificarse con las posibilidades brindadas por la Revolución y su accionar.
Los que tuvieron el privilegio de trabajar o haber combatido a su lado dicen que siempre mostró su firmeza y valor ante los desafíos que imponía la epopeya de la Sierra y también el proceso revolucionario en las difíciles condiciones de asedio por parte de Washington desde los primeros meses de la victoria de Enero.
Desde el Granma, el llano, la Sierra y el triunfo, Celia siempre estuvo al lado del Comandante en Jefe como una de sus más leales combatientes. Era considerada por sus compatriotas como la luz de Fidel, y a decir de allegados e investigadores de la gloriosa etapa independentista, (incluyendo expresiones de personalidades como Armando Hart que la consideró la más autóctona flor de la Revolución), sería imposible escribir la historia de Fidel Castro, sin reflejar a la vez, su vida revolucionaria.
La genuina representación de la mujer cubana, Celia Sánchez Manduley, quien falleció el 11 de enero de 1980, en La Habana, fue además símbolo de intrépidez, valentía e inteligencia. Su legado e impronta está en cada obra humana, hermosa y solidaria potenciada por la Revolución, está en la imagen y esencia del Palacio de las Convenciones, el Parque Lenin, la Escuela Vocacional Lenin, el Palacio Central de Pioneros “Ernesto Che Guevara”, y en decenas de acciones sociales y bellas promovidas por su quehacer cotidiano a favor de las causas nobles asumidas por ella, durante décadas.
Su ejemplo de humanismo, patriotismo y lealtad dejó una imperecedera huella de amor y también de combate ante cualquier injusticia. Las actuales y futuras generaciones de cubanos y cubanas honrarán por siempre, su memoria.