Cuando se hable de la historia del deporte cubano, tendrá que hablarse de manera obligatoria de estas tres leyendas: Eugenio George, Ronaldo Veitía y Alcides Sagarra.
Las nuevas generaciones de entrenadores, funcionarios públicos al frente de nuestro deporte, así como deportistas en general, deberían tener como manual perpetuo, las enseñanzas que dejaron estos colosos, a quienes pudieran catalogarse como Los tres mosqueteros del deporte cubano.


Su legado como entrenador ha dejado una huella imborrable en el voleibol cubano y en el mundo del deporte en general. Falleció en 2014, dejando un vacío en el voleibol cubano, pero su legado sigue vivo en la memoria de todos los que tuvieron el privilegio de trabajar con él.

Bajo su dirección, el equipo cubano de judo logró múltiples medallas en campeonatos mundiales, panamericanos y olímpicos. Además de su éxito en el ámbito deportivo, Ronaldo Veitía es reconocido por su habilidad para formar y motivar a sus atletas.


Sagarra fue conocido por su enfoque disciplinado y exigente en el entrenamiento, pero también por su calidez y apoyo hacia sus boxeadores. Muchos de sus pupilos lo recuerdan como un mentor y una figura paterna, que los guió no solo en el deporte, sino también en la vida.

En resumen, Alcides Sagarra fue mucho más que un entrenador de boxeo. Fue un líder, un mentor y una figura inspiradora para generaciones de boxeadores cubanos y del mundo entero. Su impacto perdura hasta el día de hoy, y su nombre siempre será recordado en la historia del boxeo. De estos tres Grandes, es el único que se encuentra entre nosotros.
Mucho se podrá hablar de estos gigantes, de estos tres mosqueteros del deporte cubano, pero lo que jamás se podrá borrar de las mentes ni las memorias de los seguidores, es su legado de educadores, porque como diría José de la Luz y Caballero: “INSTRUIR PUEDE CUALQUIERA; EDUCAR SOLO QUIEN SEA UN EVANGELIO VIVO”.
¡MUCHAS GRACIAS POR TODO Y POR TANTO!
Tomado de Por La Goma