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Del campo a la taza

Del campo a la taza
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Los cafetales del macizo montañoso de Guamuhaya han vuelto a colorearse de rojo, como anuncio de que el grano ya está listo. Pero de nuevo su cultivo se encuentra con una carencia de fuerza de trabajo que atenta contra el aprovechamiento máximo de la producción.

Las lluvias y otras condicionantes climatológicas no dan tiempo a muchas elucubraciones: hay que convocar voluntarios y recoger a tiempo.

«En estos momentos demandamos todo el apoyo posible porque hay un pico de maduración que hará de esta una cosecha corta», informó Omar Bermúdez Sánchez, director de la Empresa Procesadora de Café Eladio Machín.

Al llamado respondieron un centenar de jóvenes estudiantes y trabajadores que se asentaron en tres campamentos de la montaña para impulsar la cosecha. Muchos de ellos, especialmente los pupilos, no han vivido jornadas productivas como esta, así que, por primera vez, se enfrentan a una tarea que es cosa seria.

A su temprana edad, ya unos cuantos gustan disponer de la humeante bebida en las mañanas, pero nunca se habían puesto a pensar en cómo llega el café a la taza.

Lo útil y lo recreativo

Pocos días después de la llegada al campamento de Charco Azul, uno de los tres habilitados para recibir a los jóvenes voluntarios, la lluvia interrumpió la jornada. Los estudiantes del instituto preuniversitario Julio Antonio Mella, ubicado en la ciudad de Cienfuegos, se guarecieron en el portal de un inmueble en medio de la montaña.

Sin embargo, las pausas por las acostumbradas precipitaciones en esta parte de la geografía cienfueguera, no afectaron el cumplimiento de la norma. Todos habían colmado parte de su jabuco en la corta jornada matutina que la lluvia les permitió.

Cosechar café ha retado las habilidades manuales y de aprendizaje del «team Mella» —como se hacen llamar—, quienes han debido dominarlos en tiempo récord. Las cifras crecientes de la recogida así lo confirman. Se trata además de cumplir metas para ser útiles y sentirse satisfechos consigo mismo. Con tal ímpetu, cada día han aportado más de 250 kilogramos de grano maduro.

Una bocina en medio de trinos y el ulular del viento que no cesa en el lomerío, marcan el ritmo de la recogida. Ya se mueven confiados entre las ramas, pero con dedos delicados que acarician el grano con suavidad: «Así se desprende, para que no se deshaga cuando se encuentran tan maduros como los que hemos visto aquí», explicó Gabriela Barbier González, mientras frotaba sus yemas, tal como les enseñó el técnico de montaña que los orienta.

Todos los días a las 7:30 a.m. descienden por un sendero que atraviesa el cafetal hasta la zona donde ya han ubicado las mejores áreas, rebosantes de granos maduros. En poco tiempo, casi han podido cartografiar la intrigante geografía de esta parte del macizo de Guamuhaya.

No obstante, ellos nunca se mueven solos, porque lo más importante es su seguridad: «Después de las jornadas de trabajo hemos explorado mucho, pero siempre de la mano de quienes conocen muy bien la zona», aseguró Eduardo Portal Ramos, metodólogo de Formación Laboral de la Dirección Municipal de Educación.

En esas aventuras han comido guayabas silvestres y pequeñas moras, incluso han probado del fruto rojo que destila la bebida negra, y les sorprende el dulzor del mucílago que protege el grano de oro.

«Son cosas nuevas que uno nunca hace en su casa, y vienes a estos campos a ver todo lo hermoso que hay en Cuba. Es verdad que hay que trabajar bastante, pero se pasa bien con tus compañeros, y estas lomas son maravillosas. Si hay que volver a venir, yo acepto. Lo recomiendo», dijo Maisel Brito Mena, sintiéndose orgulloso por la oportunidad de ver tantos tocororos en la zona.

Portal Ramos señaló la pertinencia de los círculos de interés y las sociedades científicas en estas circunstancias, pues les han aportado un conocimiento teórico que ahora han podido corroborar en el terreno.

Foto: Laura Brunet Portela.

Historias bañadas de rocío

La Jimagua fue una de las muchachas que huyó de los micrófonos, pero su nombre apareció en muchos comentarios de sus compañeros. Callada, reservada, y muy habilidosa para la cosecha. Líder de la tropa, dirían algunos.

Como ella, otros prefirieron mantenerse al margen de las cámaras, pero cada uno merece mención especial por la importancia del trabajo que han decidido hacer.

De hecho, el apoyo de estos muchachos en este instante constituye cerca del 50 por ciento de la fuerza productiva con que cuenta la granja integral Cuatro Vientos para atender un área de recolección de cerca de 116 hectáreas de café, según informó Yoandry Suárez Denis, jefe de producción del lugar.

Entusiasta, Suárez Denis agregó que, de continuar el ritmo de recogida actual, podrán acopiar unas 500 latas de café de esta zona con niveles altos de maduración. A finales de noviembre, en la zona deben haber acopiado 1 315 latas.

Si bien los alumnos del IPU Julio Antonio Mella permanecerán solo una semana, estudiantes de otros centros educacionales y laborales los relevarán en una labor que beneficia a todos.

Roberto Carlos Cuellar Suco, presidente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) en Cienfuegos, confirmó que la rotación se mantendrá durante todo el mes de noviembre con estudiantes de preuniversitario y de las enseñanzas técnico-profesional y pedagógica.

Como estos, otros muchachos subirán a la montaña, en una rotación que transcurrirá durante el mes de noviembre. Foto: Laura Brunet Portela.

Tomado de Juventud Rebelde

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