Hasta hace relativamente poco, se consideraba que los recién nacidos no tenían facultad para poder experimentar dolor, debido a que el proceso de mielinización de su sistema nervioso aún no había finalizado. Pero nos equivocábamos.
Actualmente, existe evidencia suficiente ya que los componentes neurofisiológicos y anatómicos necesarios para la transmisión del estímulo doloroso se desarrollan antes de las 24 semanas de edad gestacional. En cambio, los mecanismos inhibitorios nociceptivos encargados de disminuir las experiencias dolorosas requieren de varios meses para su maduración.
Por lo tanto, el dolor en la etapa neonatal existe y es necesario prevenirlo y tratarlo.
Prevalencia del dolor neonatal
Tras los primeros días de vida, los recién nacidos son sometidos a una serie de procedimientos invasivos, siendo el más frecuente la punción en el talón para el cribado de enfermedades endocrino-metabólicas.
El número de intervenciones aumenta cuando el nacimiento tiene lugar antes de las 37 semanas de gestación, y estos recién nacidos considerados “pretérmino” precisan ingresar en UCI neonatal, llegando a experimentar entre 10-15 procedimientos dolorosos al día.
No es ni mucho menos anecdótico: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se producen alrededor de 15 millones de nacimientos pretérmino, siendo esta condición una de las principales causas de morbilidad y mortalidad perinatal.
Valoración y evaluación del dolor en recién nacidos
Algunos estudios indican que el dolor agudo no aliviado puede afectar al neurodesarrollo de los neonatos, produciendo alteraciones a nivel motor, cognitivo y conductual. Por ello, es necesario modificar la práctica clínica y atenuar los estímulos, para garantizar el confort de estos pacientes.
Este cambio de paradigma ha promovido la aplicación de nuevos modelos de cuidado, como el método Newborn Individualized Developmental Care and Assessment Program (NIDCAP). Uno de sus propósitos es, precisamente, valorar la capacidad de los recién nacidos para afrontar el estrés antes, durante y después de los procedimientos.
Además, este método apuesta por una serie de estrategias entre las que destaca el uso de medidas no farmacológicas para prevenir el dolor neonatal. Entre las más utilizadas se encuentran la lactancia materna, el método madre-canguro, la sacarosa o glucosa oral y la succión no nutritiva.
Dado que los recién nacidos no tienen la capacidad para verbalizar su dolor, se han desarrollado una serie de escalas basadas en los cambios fisiológicos y conductuales que los neonatos experimentan a causa del dolor. Entre las escalas validadas más empleadas se encuentra la Premature Infant Pain Profile (PIPP), indicada para valorar el dolor agudo y derivado de procedimientos en recién nacidos pretérmino de hasta 28 semanas de gestación. Consta de siete ítems (cambios fisiológicos, conductuales, nivel de consciencia y edad gestacional) puntuables de 0 a 3, siendo una puntuación igual o superior a doce indicativa de dolor intenso.
Métodos no farmacológicos contra el dolor
Desde la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) hemos llevado a cabo un estudio para analizar la eficacia de los métodos de analgesia no farmacológica durante procedimientos como la punción del talón, ya que no existe un consenso claro sobre su aplicación en la práctica diaria. Valoramos sus efectos en la reducción del dolor neonatal a través de variables como la frecuencia cardiaca (FC), la saturación de oxígeno y la puntuación de la escala PIPP.
Los resultados reflejan que el dolor es menor en los recién nacidos en los que se ha implementado la lactancia materna. Concretamente, obtuvieron menores puntuaciones en la escala PIPP y la estabilización de sus constantes vitales tras la punción fue más rápida. ¿Por qué? Todo apunta a que la leche materna, rica en lactosa y aminoácidos esenciales como el L-triptófano, promueve la liberación de opioides endógenos que reducen la transmisión del dolor al sistema nervioso. Además, tras la ingesta se segrega colecistoquinina (CCK), un neuropéptido que produce un efecto calmante generando somnolencia.
El mecanismo por el cual el método madre-canguro ejerce su efecto analgésico es a través del contacto piel con piel junto con el olor, el vínculo y el latido materno. Estos elementos inducen en el recién nacido la producción de hormonas como la oxitocina, la cual disminuye la actividad del sistema nervioso simpático y se asocia con un estado de sueño y relajación.
Asimismo, nuestros datos señalan que la sacarosa oral y la succión no nutritiva generan un efecto sinérgico más eficaz que cada una de estas intervenciones por separado. Debido al sabor dulce de la sacarosa, y también a la estimulación oral-táctil de la succión no nutritiva, se liberan serotonina y endorfina. Juntas producen un efecto analgésico cuya duración oscila entre cinco y diez minutos.
Parece indiscutible la necesidad de consensuar nuevas estrategias que actúen de manera profiláctica, ante el dolor agudo provocado por los cuidados rutinarios en los neonatos. Pero es necesaria una mayor investigación sobre la actividad cerebral implicada en el proceso de nocicepción neonatal. Además de que la evaluación de las respuestas neonatales al dolor sigue siendo un reto a nivel clínico y científico.